2,1 hijos

Bienvenidos al declive demográfico: natalidad, envejecimiento e inmigración

Jorge Calero Season 1 Episode 1

2,1 hijos. Un podcast de Jorge Calero.

En este primer episodio introductorio presento el declive demográfico: la caída de la natalidad y el envejecimiento. Hablo sobre algunas alternativas y sus límites, como las políticas de apoyo a la natalidad y la inmigración. El episodio concluye con la sección Miradas sobre el declive, en la que en esta ocasión recomiendo el libro Planeta vacío. 

"Bienvenidos a 2,1 hijos. En este podcast exploro uno de los cambios más profundos y silenciosos que nos están afectando: el declive demográfico.

¿Por qué la población está disminuyendo y envejeciendo en tantos países? ¿Cuáles son las causas y las consecuencias de este fenómeno? Y, sobre todo, ¿cómo impactará en nuestro futuro?

En este primer episodio introductorio, planteo una pregunta clave: ¿por qué debería importarnos la caída de la natalidad?" En los siguientes episodios, semanales, hablaré de los diferentes temas relacionados con el declive demográfico. Al final de cada episodio habrá una sección, Miradas sobre el declive, en la que recomendaré un libro, un artículo, una película, o un documental, a veces, sobre estos temas, para que cada uno de vosotros pueda informarse más si le apetece.

Vamos a empezar ¿qué significa 2,1 hijos por mujer? ¿Por qué este es un umbral crucial? Y, sobre todo, ¿Por qué es el título de este podcast?

La tasa de fecundidad de un país es el número medio de hijos que tienen las mujeres de ese país a lo largo de su vida. Para que una población se mantenga estable es necesario que cada mujer tenga, en promedio, 2,1 hijos. A esta cifra se la conoce como tasa de reemplazo, ya que permite que cada generación sea lo suficientemente numerosa como para sustituir a la anterior. 

Sin embargo, en la mayoría de los países desarrollados —y en muchos en desarrollo— la fecundidad ha caído por debajo de este umbral, lo que significa que, con el tiempo, la población empezará a reducirse. En algunos países, como China, este proceso ya ha comenzado, mientras que en otros es solo cuestión de años antes de que ocurra.

Ejemplo de España: con una tasa actual de fecundidad de 1,2 (no novedad, año 1994 ya era 1,2), sin inmigración el número de madres potenciales se reduciría a la mitad en 37 años y se quedaría en una cuarta parte en 74 años, a final de siglo. 

En el pasado, la gran preocupación había sido el crecimiento descontrolado de la población. Malthus, en 1798, planteó que la población crece exponencialmente mientras que los recursos lo hacen de forma aritmética, lo que llevaría inevitablemente a crisis de subsistencia si no se controlaba el crecimiento demográfico. 

Al ser la idea de la superpoblación un temor recurrente, hemos tenido ejemplos extremos de intentos de contención, como la política de hijo único en China entre 1979 y 2015. Sin embargo, hoy nos enfrentamos a un problema opuesto: la población está cayendo en muchos lugares y con esta caída, se tambalea la estructura social y económica que conocemos. 

Esta información sobre el declive de la población no se abre paso fácilmente en nuestra sociedad, en los medios de comunicación o en el conocimiento de los ciudadanos. La idea de que hay demasiada población ha durado tanto tiempo que cuesta revertirla. Algunas proyecciones no muy acertadas, como las de Naciones Unidas, han dificultado, siguen dificultando, que se conozca la gravedad del problema del declive demográfico.

Una preocupación antigua pero no muy reconocida

El problema del declive de la natalidad no es nuevo. En 1934, dos economistas suecos, Gunnar y Alva Myrdal publicaron el libro La cuestión de la crisis de la población, donde advertían que en Suecia la natalidad estaba cayendo y propusieron políticas natalistas dentro del estado del bienestar incipiente. 

Tras la Segunda Guerra Mundial hubo un "baby boom" en muchos países occidentales. No en todos los países; especialmente en los países socialistas del Este de Europa las tasas de fecundidad eran muy bajas. Condiciones económicas – perspectivas de futuro. Apetece?

Pero hacia finales de la década de 1960 y principios de la década de 1970 el baby boom, en los países donde lo hubo, se interrumpió bruscamente y en la mayor parte de países la natalidad se desplomó.

¿Por qué cayó la natalidad? Se produjeron simultáneamente una diversidad de factores. Los más importantes son la mayor educación de las mujeres y su incorporación al mercado de trabajo, la separación radical entre sexo y procreación, vinculada con los métodos anticonceptivos (Francia, 1967, píldora anticonceptiva legalizada). Hubo también cambios culturales profundos a favor de la independencia individual y en contra del papel tradicional de la familia. Hay un documental muy interesante, que se llama “La teoría sueca del amor” al respecto. Puede también que se estén produciendo cambios incluso genéticos que afecten a la capacidad reproductiva de las mujeres, aunque estos probablemente tengan un impacto menor.

Desde finales de la década de 1970 se desplegaron en algunos países europeos, especialmente en los países escandinavos, políticas de apoyo a la natalidad. Políticas especialmente centradas en la conciliación laboral y familiar. Algunas de las medidas más importantes son los largos permisos de maternidad, la introducción de los permisos de paternidad, la generalización de la educación infantil para los niños de 0 a 3 años y las asignaciones familiares (cantidades pagadas directamente a las familias por cada hijo). Estas medidas han tenido un efecto limitado sobre la natalidad. Un estudio reciente estima que los países que han aplicado los paquetes de medidas más completos en apoyo de la natalidad han conseguido incrementar la tasa de fecundidad en 0,5 puntos. Por ejemplo, Suecia tiene actualmente una tasa de fecundidad de 1,5, un hijo y medio por mujer; pues bien, sin este conjunto de medidas tendría una tasa de fecundidad de 1.

Vivimos en un momento histórico de cambios formidables. En mi opinión, el declive demográfico y el desarrollo de la Inteligencia Artificial son los dos cambios más importantes, los que están definiendo ya nuestras sociedades y las van a cambiar hasta hacerlas irreconocibles a los ojos de una persona de 2025

 

No es solo la natalidad: el envejecimiento también importa 

Antes de que empezara a caer la natalidad, la esperanza de vida ya había empezado a aumentar. En los países avanzados, el crecimiento de la esperanza de vida se produce desde finales del siglo XIX, pero muy finales, la última década. Desde entonces, no ha parado de subir, más recientemente en los países en desarrollo. 

El aumento de la esperanza de vida es una de las mayores conquistas de la Humanidad. Gracias a los avances en la higiene, la medicina, la mejora en la alimentación y el acceso a servicios de salud, vivimos ahora mucho más que hace sólo unas décadas. 

A principios del siglo XX, la esperanza de vida en España apenas superaba los 35 años debido a la alta mortalidad infantil, las enfermedades infecciosas y la falta de acceso a servicios médicos. Sin embargo, a lo largo del siglo, la situación cambió drásticamente. La mejora en la higiene, conducciones de agua, la reducción de enfermedades como la tuberculosis, más tarde la introducción de vacunas y el acceso generalizado a la sanidad hicieron que, en apenas unas décadas, la esperanza de vida se duplicara. En la década de 1970 ya superaba los 70 años y, en la actualidad, España tiene una esperanza de vida de 86,7 años para las mujeres y 81,2 años para los hombres (datos de Eurostat). Sólo se ha estancado ligeramente debido a la pandemia de COVID. 

España, con 84 años de media en 2023, es el país de la Unión Europea con mayor esperanza de vida y está entre los países del mundo donde la esperanza de vida es más larga, igualado con unos pocos países como Japón, Singapur, y Corea del Sur. La esperanza de vida media en el mundo, actualmente, es de 72 años. En 1960 era de 51 años. 

Una esperanza de vida larga también plantea desafíos: un mayor número de personas mayores implica una mayor demanda de sanidad, cuidados, pensiones y una redefinición del mercado laboral. La pirámide poblacional se ha invertido en los países avanzados, lo que significa que cada vez hay menos jóvenes para sostener a una población envejecida.

Recuerdo que hace unos años las redes sociales recogían cómo algunos inmigrantes ecuatorianos describían España a sus conciudadanos: “aquí todos son viejos”, decían” “no te faltará trabajo porque aquí todos son viejos y necesitan cuidadoras”.

Nos podemos plantear ¿Quién pagará las jubilaciones cuando haya más personas mayores que jóvenes en edad de trabajar? ¿Cómo adaptaremos nuestras ciudades y nuestra economía a sociedades cada vez más envejecidas?

Una de las respuestas más comunes al problema del declive demográfico es la inmigración. A corto plazo, la llegada a los países desarrollados de inmigrantes de países menos desarrollados puede ayudar a compensar la falta de nacimientos. Hay incluso países donde se han aplicado políticas activas de atracción de trabajadores extranjeros. En el caso de Canadá estas políticas están orientadas a atraer inmigrantes cualificados. No es el caso de España, como veremos dentro de algunos episodios.

Sea o no cualificada, la inmigración tiene sus límites como estrategia para afrontar el declive demográfico. En primer lugar, la natalidad también está cayendo en los países que tradicionalmente enviaban emigrantes, como Marruecos o los países hispanoamericanos en el caso de España. La tasa de fecundidad de Marruecos, actualmente, es de sólo 2,3 hijos; la de Ecuador, es de 2, ya por debajo de la tasa de reemplazo. En muy pocos años, estos países no van a tener jóvenes que enviarnos.

En segundo lugar, la llegada de grandes flujos migratorios plantea retos sociales, culturales y políticos. Especialmente, para los grupos de población que “compiten” (por ejemplo, en el mercado de trabajo o en el de vivienda) con los recién llegados, la inmigración supone un problema. Un problema al que se responde, también, en las urnas. Otra parte de la población se ve menos afectada por la inmigración; esencialmente, la inmigración les favorece por los salarios bajos, que permiten a su vez precios más bajos de bienes y servicios.

Los cambios demográficos son lentos pero irreversibles. Lo que ocurra en los próximos 30 o 40 años ya está determinado por los nacimientos y muertes que han ocurrido hasta hoy. Podemos comparar esto con lo que pasa con las estrellas: observamos la luz de estrellas que quizás hace años que han desaparecido. El futuro demográfico está, en buena medida, ya escrito.

Antes de despedirnos, estrenamos una sección que nos acompañará en cada episodio: Miradas sobre el declive. Aquí compartiré un libro, artículo, película o documental que puede ser útil para entender mejor los temas que tratamos.

Hoy, para empezar, te recomiendo un libro fantástico, con mucha información presentada de una forma muy amena. Es muy fácil de leer. Se llama Planeta vacío. Los autores son Bricker e Ibbitson, del año 2019.

Bricker e Ibbitson viajaron a distintos países del mundo, examinando cómo la baja natalidad y el envejecimiento afectan a sociedades tan diversas como Japón, Corea del Sur, Bélgica, Brasil, Canadá y Nigeria. En cada caso, exploran las causas del descenso en los nacimientos, desde cambios en el rol de la mujer hasta la urbanización y el impacto de la prosperidad económica.

Uno de los puntos clave del libro es que este fenómeno no es exclusivo de los países desarrollados, sino que también está ocurriendo en naciones emergentes, desafiando las proyecciones tradicionales de crecimiento poblacional. A medida que las sociedades avanzan, la preferencia por familias más pequeñas se vuelve global, incluso en lugares donde hace apenas unas décadas la natalidad era altísima. Bricker e Ibbitson presentan datos, entrevistas y análisis para demostrar que el mundo debe prepararse para un futuro con menos personas, lo que tendrá profundas implicaciones económicas, sociales y políticas.

"Una niña que nazca hoy llegará a la madurez en un mundo en el que las circunstancias y las expectativas serán muy distintas de las actuales. Estará en un planeta más urbano, con menos crímenes, más saludable desde el punto de vista medioambiental, pero con muchas más personas mayores. No tendrá problemas para encontrar un empleo, pero quizá sí para llegar a fin de mes, pues los impuestos para pagar las pensiones y la asistencia médica de todos esos ancianos mermarán su salario. No habrá tantas escuelas porque no habrá tantos niños."

En los próximos episodios, exploraremos en profundidad las causas del declive de la natalidad, las consecuencias económicas y sociales del envejecimiento y las distintas respuestas que se han planteado, desde incentivos a la natalidad hasta reformas en el sistema de pensiones. También veremos casos concretos de países que han intentado revertir esta tendencia y debatiremos el papel de la inmigración en la dinámica demográfica. Si te interesa comprender cómo estos cambios afectarán nuestras vidas y al mundo en el que vivimos, quédate. Nos escuchamos en el próximo episodio de 2,1 hijos. ¡Hasta entonces!

People on this episode